La Musicoterapia se conduce con unos principios científicos que apuntan a la salud integral del individuo, es una disciplina científica que estudia e investiga la relación del ser humano con el sonido, la música, el ritmo, etc. Es una especialidad que aprovecha una serie de recursos expresivos tales como la música, el sonido, el silencio, la palabra, la voz, el ruido, los gestos y los movimientos corporales para configurar una estructura integrada de expresión, promoviendo la salud física y mental. A partir del trabajo creativo la persona puede rehacer, recuperar, reconstruir su mundo pasado y presente, construyendo así su propia historia sonora. La música forma parte de la naturaleza y de los seres humanos. Los componentes básicos de la misma: ritmo, melodía y armonía, también se encuentran en nuestro organismo (ritmo cardíaco, sincronización rítmica al caminar, la melodía y volumen de nuestras voces al hablar...). Cada nota musical contiene unas cualidades físicas específicas que la determinan. Estas notas, según la forma en que se interpreten, pueden influenciar psicológicamente al ser humano. Las cualidades de la música intervienen en los estados de ánimo, controlan conductas y contribuyen a una mejor calidad de vida de las personas mayores. También es importante destacar que dentro del estudio de la Educación Social es necesario promover los valores en los seres humanos. “Valores son los que suelen mover la conducta y el comportamiento de las personas, orientan la vida y marcan la personalidad” (García Mauriño). Según esta definición es tarea fundamental el promover y fomentar los valores humanos. De todos los valores nos interesa destacar aquellos que se refieren a la participación y a la comunicación, por considerar que son esenciales al hombre. En el caso de las personas mayores, los valores que intentaremos promocionar son la autonomía personal, la comunicación, la libertad, las relaciones humanas, la concientización, la participación y el pluralismo.
La musicoterapia tiene su origen en las más remotas culturas. Los primeros «musicoterapeutas», en el más amplio sentido de la palabra, fueron los chamanes, médicos brujos de la tribu, quienes comienzan a utilizar cantos, susurros y estructuras rítmicas como parte fundamental en sus ritos sanatorios. Se tienen evidencias del uso ritual de la música en casi todas las grandes culturas de la antigüedad.
Existen escritos médicos pertenecientes al siglo XVIII y posteriores que se refieren a la observación de casos en que la música surte efecto como calmante o activador de determinados estados mentales.
Sin embargo el intento de sistematización comienza a realizarse después de la segunda Guerra Mundial cuando el número de discapacitados aumenta notablemente en los países europeos y en América del Norte. Las primeras observaciones de la mejoría de los pacientes con acompañamiento musical en sus tratamientos, la realizaron los fisioterapeutas y los primeros terapistas ocupacionales.
Los primeros aportes teóricos de ésta disciplina se remontan a la década de los años 60, con Juliette Alvin en Inglaterra, Thayer Gaston en EEUU, Benenzon en Argentina, y luego Nordoff y Robbins en EEUU.
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